De las pateras al AK-47

11 agosto 2008




Resulta que a diario llegan a nuestras costas pateras cargadas con hombres, mujeres embarazadas y niños, muchos de los cuales muren al intentar cumplir un sueño: vivir dignamente. Siempre me ha condicionado mucho la desigualdad social. Nunca he entendido (y creo que jamás lo lograré) porque hay gente que posee hasta una isla privada, mientras que otros no tienen absolutamente nada. Richard Dawkins en su libro “El gen egoísta” sostiene la tesis que nuestro cuerpo no es más que una máquina de supervivencia controlada por nuestros genes, cuyo único objetivo es la conservación de los mismos a través de la supervivencia y reproducción de la especie. Por otro lado, también defiende que el altruismo o ayuda desinteresada al prójimo no viene determinada por nuestros genes (por suerte), sino que influyen otros factores que dependen de la propia persona.

Bajo mi punto de vista somos seres egoístas que buscan en primer lugar, el bien propio, y después si sobra tiempo y ganas el ajeno. Por todo es sabido que el negocio más rentable en el mundo es el tráfico de armas, tema que por cierto trata Andrew Niccol en su película El Señor de la Guerra. A modo de curiosidad, el AK-47 o Kalashnikov es el arma bélica más utilizada, y por ende la más vendida. A pesar del amor, la fe y la lealtad inquebrantable que profesan algunos a nuestro país, según una noticia publicada el 6/8/08 en www.elpais.com España bate su récord en venta de armamento y supera los 900 millones de euros. En definitiva sólo importa el dinero, y desgraciadamente en estos tiempos de crisis que nos acechan aún más. Entiendo que la gente esté preocupada por el dinero, puesto que éste no cae del cielo y de algo hay que vivir. Por otro lado, a muchos nos llega de sobras para nuestras necesidades básicas, aunque me retracto de la afirmación anterior si queremos un buen coche, ropa de calidad o un apartamento en la costa. En ocasiones me planteo si no estaremos pagando un alto por nuestra felicidad.




Me vienen a la mente imágenes de algunos años atrás como la manifestación en contra de la guerra de Irak pidiendo paz en el suroeste asiático. Me pareció un gesto oficialmente inútil dado que el gobierno acabó desoyendo la voz del pueblo, pero humanamente interesante. Ahora bien, ¿por qué no nos manifestamos por una situación tan desagradable y cruel como el tráfico de armas o el tema de las pateras? Sólo se me ocurre un único motivo. Lo de Irak no fue una cuestión social sino política. No obstante, a ver si tengo suerte y en las vísperas de las próximas elecciones puedo volver a Plaza Catalunya en plan reivindicativo.

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